Los primeros zapatos de mi hijo, los “descalzos”

Cuando salimos del encierro de la pandemia empezamos a visitar plazas y parques. Y mi hijo pudo descubrir el mundo más allá de su casa. Su voracidad por conocer era inmensa. Afuera, todo era nuevo y diferente a lo que estaba acostumbrado. Sus manos ahora liberadas le permitían relacionarse con los objetos que encontraba a su paso de otra forma: agarrarlos, manipularlos, lanzarlos, empujarlos, arrastrarlos y deslizarlos, todo, en movimiento.

La satisfacción de comprobar a cada paso su capacidad para perseguir sus objetivos y alcanzar sus metas, era contagiosa. La gente lo miraba y le sonreía cuando lo veía moverse con tanta agilidad, determinación y placer, y él, les devolvía la sonrisa.

Como era invierno y llovía seguido, nos dimos cuenta que necesitábamos algo para proteger sus piecitos del combo humedad + frío, así como de potenciales heridas. Nos pareció mejor calzarlo que vernos obligados a limitar la extensión de sus exploraciones.

Entonces me puse en campaña para conseguir unos zapatos que lo acompañaran en sus primeros pasos en el exterior sin coartar sus esfuerzos ni disminuir sus sensaciones.

Por las indicaciones de Emmi Pikler sabía que no podía ser CUALQUIER zapato: tenía que ser un zapato que respetara la forma y funcionamiento natural del pie. Sin embargo, en esa época las opciones de zapatos respetuosos eran pocas y la información disponible también.

Por suerte, y gracias a una amiga, encontré los descalzos. Los descalzos, como se los conoce popularmente, están inspirados justamente en los lineamientos de Emmi Pikler y pensados para acompañar el movimiento libre, son zapatos ideales para esta etapa.

Cumplen todos los requisitos de un calzado respetuoso: flexibles, livianos, puntera amplia, contrafuerte inexistente, suela fina, plantilla plana. Más adelante en este post vas a encontrar en detalle todas las características que tiene que cumplir.

Acá un pequeño disclaimer sobre los descalzos: no tienen plantilla extraíble. Calculo que para no sumar grosor y peso. Lo que dificulta un poco evaluar cuando le va quedando chico. Por otro lado, pueden no funcionar tan bien para pies muy gorditos o con empeines muy altos por su sistema de ajuste tipo mocasín.

Encontrá los descalzos acá

Zapatos para el agua: los Water Socks de Green Sprouts

Vino el verano y los juegos con agua. Y me puse en campaña para encontrar unos específicos de agua: que fueran sumergibles y con suela antideslizante para el piso del patio y la pelopincho súper bajita que usaba mi hijo, a la que entraba y salía caminando. Encontré unos importados de la marca Green Sprouts en Babybam que cumplían con todos los requisitos de un calzado respetuoso para esta etapa y funcionaron a la perfección para mi hijo, incluso también lejos del agua para otros usos.

Cabe aclarar que, al igual que los descalzos, por su sistema de sujeción con elástico en el tobillo, tipo medias, no son ideales para todos los tipos de pie.

Encontrá las Water Socks de Green Sprouts acá

¿Qué es un calzado respetuoso?

Creo que es momento de aclarar a qué llamo calzado respetuoso (también conocido como minimalista o barefoot).

Hace un tiempo leí por algún lado que más alla de la moda y las costumbres, el calzado sirve esencialmente a dos objetivos:

1. Protección (evitar que el pie se lastime en el contacto con ciertas superficies)

2. Abrigo (frente a las bajas temperaturas)

El calzado respetuoso es justamente aquel que además de cumplir con estas dos funciones básicas permite que tu bebé o tu niño se mueva o camine como si estuviera descalzo. De ahí que se conozca también como barefoot (descalzo).

Entonces para ser respetuoso un calzado debe:

• respetar la forma anatómica del pie de tu bebé
• permitir el total movimiento del pie de tu bebé

En definitiva, el calzado respetuoso es respetuoso con el funcionamiento y el desarrollo de sus pies, y, por lo tanto, de su motricidad global. No los obstaculiza, no los limita, no los estimula, no los potencia. Simplemente los deja ser y hacer lo que están preparados para hacer.

A continuación te cuento las características que debería tener un calzado respetuoso, para que lo puedas empezar a identificar.

SUELA

• Debe ser fina. De 3 mm hasta los 4 años aprox. A partir de los 4 años puede ser de hasta 8 o 10 mm.
• Dura y flexible y torsionable sobre todo por la zona de los metatarsianos
• Sin drop: no debe haber diferencia de altura entre su parte anterior y posterior.

CONTRAFUERTE

• Inexistente. La parte de atrás del zapato no tiene que ser rígida y se tiene que poder doblar fácilmente con los dedos hacia abajo.

PUNTERA

• La puntera debe ser amplia. Debe permitir el libre movimiento de los dedos y la alineación correcta del dedo gordo (en línea recta con el metatarsiano). Dependerá del tipo de pie que tenga tu bebé la puntera necesite.

SISTEMA DE SUJECIÓN

• Regulable y que favorezca la autonomía (que con el tiempo se lo puedan poner y sacar solos).

PLANTILLA

• Plana: sin ningún elemento anatómico para dar forma al pie.
• Idealmente extraíble: para poder comprobar que no haya elementos innecesarios y para poder saber cuándo cambiar de talle.

Cómo saber qué talle comprar

La plantilla del zapato debe ser un poco más larga que el pie. Es decir, los dedos no deben tocar adelante. Debe haber un espacio de 0,8 a 1,2 cm entre la punta del dedo más largo y el final de la plantilla, pero también depende de cada niño. Cuando le queden 0,5 cm es el momento de cambiar de talle.

La mejor forma de saber si un calzado le va bien a tu bebé es poner su pie sobre la plantilla. Y medir el espacio que sobra. Además del largo, ahí vas a poder evaluar si el ancho va bien (te cuento qué tenés que tener en cuenta en el siguiente apartado).

Si vas a comprar online, en la tabla de talles el vendedor especifica la medida de la plantilla y el talle correspondiente a esa medida. (Aunque en algunos casos ponen la medida del pie en vez de la de la plantilla. Así que siempre conviene preguntar para estar seguros).

Tomás la medida del pie de tu hijo y te fijás en la tabla para encontrar el talle adecuado. Si, por ejemplo, el pie de tu hijo (del talón al dedo más largo) mide 12 cm necesita una plantilla de un mín. de 12,8 cm y un máx. de 13,2 cm.

Ojo. El ancho también importa

Respecto al ancho de la puntera, es importante que el zapato no le comprima los dedos, que respete la separación natural de sus dedos. Obviamente esa separación varía en cada persona. Y si viene usando un calzado no respetuoso con una puntera más cerrada seguramente un poco de esa separación natural se perdió. Y la forma de recuperarla es con una puntera que le de suficiente espacio a los dedos.

Y respecto al ancho (y altura) del zapato es importante que el zapato ajuste bien a la altura del empeine, tobillo y talón, para que no le baile. Porque cuando el zapato no queda bien agarrado al pie, empiezan a poner los dedos en garra para justamente, agarrar el zapato y que no se les salga. Por eso es importante que tenga un sistema de ajuste apropiado para su tipo de pie.

Cómo medir los pies de tu hijo

Opción 1. Parado, lo hacés poner el pie sobre una hoja de papel, dibujás el contorno del pie, con el lápiz a 90 grados. Y después medis desde el talón hasta el dedo más largo.

Opción 2. Ponés una hoja apoyada en el piso contra el zócalo o la pared y hacés que tu hijo se pare poniendo el pie contra la pared. Hacés una marca en el dedo más largo (con el lápiz a 90 grados). Y después medís desde el talón hasta esa marca.

* Es importante medir los dos pies. A veces uno es significativamente más largo que el otro.

Otras opciones de calzado respetuoso

Hoy por suerte hay muchísimas más opciones de calzado respetuoso (barefoot o minimalista) aparte de los ya mencionados en este post. En el tercer post de esta serie vas a encontrar un compendio de marcas y modelos disponibles. Para poder elegir el más adecuado para tu bebé te recomiendo leer el siguiente post.