Pies descalzos, pies libres

Pies descalzos, pies libres

Los pies del recién nacido tiene una sensibilidad táctil exteroceptiva mucho más fina que la de la
mano y se mantiene así hasta los 8 ó 9 meses. Por ello en los primeros meses utiliza los pies para informarse del mundo exterior, toca con ellos todo lo que tiene a su alcance, los manipula con sus manos y los lleva a la boca donde las terminaciones nerviosas sensitivas son mayores.

Podología preventiva: niños descalzos igual a niños más inteligentes” de Isabel GENTIL GARCÍA. Publicado en Revista Internacional de Ciencias Podológicas (2007)

Después de leer Moverse en libertad de Emmi Pikler comprendí que el calzado podía coartar la libertad de movimiento de mi bebé. Y, por ende, convertirse en un obstáculo en su desarrollo.

Había escuchado ya algunos argumentos a favor de dejar a los bebés descalzos fuera del ámbito del movimiento libre. Y mi propia experiencia me confirmaba las ventajas y el placer de estar descalzo.

Una imagen que me viene a la cabeza es la de cuando era chica y llegaba a casa del colegio. En el mismo instante que dejaba caer la mochila, revoleaba los zapatos y las medias. La sensación era la de haberme sacado un peso tan grande de encima, recuperar una libertad ansiada durante horas.

También estar descalza es requisito indispensable a la hora de practicar tanto yoga como contact-improvisación. Dos actividades que practiqué durante años. Nunca nadie cuestionaría la necesidad de estar descalzo para hacer yoga o bailar contact.

Convencidos de que las ventajas eran irrefutables, acordamos con mi pareja que nuestro bebé iba a estar descalzo hasta que conquistara la marcha. Nada de zapatos -y en lo posible tampoco medias- hasta entonces. Sin importar lo que los opinólogos pensaran.

Pies en movimiento

Desde el primer momento en que puse a mi bebé en el piso pude ver cuán importante era la decisión que habíamos tomado. Sus pies completamente disponibles registraban enseguida el contacto con cualquier superficie y reaccionaban ante el menor estímulo. Eran tan activos e importantes para el despliegue de sus movimientos como sus manos.

Al principio pude observar cómo los usaba para empujar, traccionar, proyectar, impulsarse, así como para rozar, tocar y registrar otras partes de su cuerpo, objetos y personas. Más adelante vi como sus pies se transformaron en objeto de exploración y juego. Conseguía agarrarlos y manipularlos con sus manos, y hasta llevárselos a la boca para degustarlos.

¿Y el frío qué?

La verdad es que no creía que mi bebé se fuera a enfermar por tener frío en los pies. Al menos no con el clima de Buenos Aires. En esas primeras etapas, sus pies tenían tanto contacto con el piso y estaban tan expuestos al aire como sus manos. Sus pies estaban siempre igual de activos que sus manos. Cuando no estaba activo, estaba a upa mío durmiendo o en el fular, o de a ratitos solo bajo una mantita. Me parecía tan innecesario ponerle medias como ponerle guantes.

Cuando hacía un poco de frío me aseguraba de abrigar bien el resto del cuerpo, dejándole siempre las manos y los pies al descubierto. Y si hacía muchísimo frío, chequeaba regularmente como estaba su temperatura poniéndole una mano por dentro de la ropa sobre su espalda, como me había enseñado el pediatra. Así evaluaba si necesitaba más o menos abrigo.

Cuando salíamos de la casa lo llevaba en el fular o mochila, así que me tranquilizaba pensar que mi temperatura regulaba la suya (y viceversa).

Cabe aclarar que mi tranquilidad no alcanzaba para conjurar los comentarios, preguntas y consejos no solicitados de los opinólogosexpertos” que nos cruzábamos en nuestras caminatas. Recuerdo una vez que iba caminando con mi bebé dormido en la mochila y frenó una patrulla al lado mío haciendo sonar la sirena. Por un momento pensé que estaba violando alguna de las normas de la cuarentena y me asusté.

Pero todo estaba en orden, excepto por los pies descalzos de mi bebé que preocuparon a los policías.

Pijamitas sin pies

Si le ponés pijamitas, fijate que hoy también podés conseguir con pies descubiertos, es decir, que le lleguen hasta el tobillo. Los que cubren los pies cubiertos obstaculizan el libre movimiento de los pies. Me acuerdo cuando me obligaban a usar las “medias bombacha” en invierno en la primaria ¡qué calvario!

No hace falta que te deshagas de los pijamitas que te regalaron. Podés cortarles los piecitos y, voilá! Y si se le suben y los tobillos le quedan al aire, podés fabricarle unas polainas cortando unas medias.

Si la intención es proteger sus piecitos del frío podés ponerle unas medias (no muy apretadas, y sin son anatómicas, mejor)

Por último, no se recomienda portear al bebé con pijamita que cubra los pies. Es mejor ponerle medias anatómicas o no muy apretadas y, si se le salen, hay unos “booties” especiales para porteo.

Pies descalzos, sueños abrigados

Pasadas las primeras semanas mi hijo fue ganando movilidad de día y de noche. Vino el frío y descubrí que también dormido necesitaba moverse libremente: si lo tapaba con una manta, se destapaba enseguida.

Una amiga me recomendó las bolsas de dormir para bebés (o bolsa de sueños). Compramos una bien abrigada de poramoralatela que le dejaba los pies y manos libres permitiéndole cambiar de posición para acomodarse o buscar la teta. Nos gustó tanto que la terminamos usando también de día en los días más fríos.

Nos gustó tanto que la terminamos usando también para el día cuando hacía mucho frío.

Hoy debe haber otras marcas que desconozco. Además de que sea cómoda y permita la libertad de movimiento de tu bebé me fijaría que estuviera hecha con materiales no tóxicos en lo posible. Y que permitan cambiarles el pañal fácilmente.

A partir de esta edad (8-9 meses) el pie de forma gradual pierde este tipo de sensibilidad y se inicia otra más profunda, la sensibilidad propioceptiva. Con la bipedestación comienza la diferenciación y a través de los años cada uno se ha especializado en su función.

Antes de que el niño comience a andar ha necesitado la información que recibe de la planta del pie y estructuras profundas (articulaciones) para lograr coordinar movimientos y lograr el equilibrio

Podología preventiva: niños descalzos igual a niños más inteligentes” de Isabel GENTIL GARCÍA. Publicado en Revista Internacional de Ciencias Podológicas (2007)

Una preocupación menos

Es tan larga la lista de cosas que necesita un bebé (o lo que te dicen que necesita), que cuando lográs borrar un ítem de la lista, es un alivio.

Así fue con el calzado. No tuve que preocuparme por buscar zapatos para mi bebé hasta que empezó a caminar. En parte por la convicción de que no le hacían falta, y en parte porque coincidieron con los meses de la más estricta cuarentena. Las plazas estaban cerradas y más que largos paseos en la mochila aprovechando sus siestas, no teníamos a dónde ir.

Hasta que empezó a caminar el escenario exclusivo de su desarrollo motriz fue nuestra casa. Allí fuimos generando las condiciones para su libertad de movimiento. Íbamos adaptando los espacios a medida que iba conquistando diferentes hitos siempre guiado por su propio interés y curiosidad.

Las distintas superficies lo invitaban a explorar distintas cualidades de movimiento. Su forma de moverse se enriquecía con las sensaciones asociadas: dureza, textura, temperatura. Todas estas sensaciones las percibía, en gran medida, a través de sus pies descalzos.

Y como todas esas superficies estaban desprovistas de verdaderos peligros para la integridad de sus piecitos, el calzado era innecesario.

En casi diez meses, el mismo tiempo que había estado adentro de la panza, pasó de estar boca arriba en el pisito de goma, a rolar y darse vuelta boca abajo, a reptar en el piso de madera, a gatear por el piso cerámico de la cocina y el patio, a subir las escaleras hasta la terraza, a ponerse de pie y empezar a caminar.

La casa le iba quedando chica. Sus pies exigían nuevas aventuras.

Coger con sus manos sus propios pies produce experiencias sobre los límites del propio cuerpo,
nuevas sensaciones y en consecuencia desarrollo cognitivo. Los pies descalzos y los pies llevados a la
boca ayudan a la madurez de la propiocepción y exterocepción.

La motricidad, sensibilidad y psiquismo están íntimamente unidos. Cuando el niño controla motriz y sensorialmente su cuerpo podrá aprehender y relacionar los elementos de su entorno, es decir seguir desarrollando su inteligencia.

(…)

A los 7-8 meses, que es cuando los niños manipulan sus pies con las manos o con la boca están aportando un importante estímulo para el desarrollo sensorial. No debemos reprimir la sensibilidad táctil de los pies calzándoles, pues informan del mundo exterior, transmitiendo sensaciones de temperatura, texturas… que favorecen el desarrollo psicomotor del niño, sino cuidar y potenciar la libertad de los movimientos de los dedos y de los pies; a estas edades los dedos, como órgano táctil, se mueven mucho.

Podología preventiva: niños descalzos igual a niños más inteligentes” de Isabel GENTIL GARCÍA. Publicado en Revista Internacional de Ciencias Podológicas (2007)

One comment

Leave a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *